miércoles, 27 de mayo de 2020

PRIMER MÉTODO DE TIMPLE JEREMÍAS UMPIÉRREZ

Jeremías Umpiérrez fue uno de los grandes timplistas del siglo pasado. Este visionario e innovador es ahora rescatado de la mano de José M. Duque Chirino gracias a este esclarecedor artículo que cuenta con importantes declaraciones de personalidades como Néstor Álamo, María Rosa Alonso, Casimiro Camacho o Totoyo Millares


A veces es difícil apreciar el trabajo realizado por personas que desarrollaron su labor artística o musical en una época donde las grabaciones de audio eran escasas y los medios de comunicación
más usuales eran la prensa escrita y la radio.
Lo que ha llegado a nuestros días es gracias a la ayuda de personas que de una manera u otra guardaron para sí algunos documentos y archivos que hoy bien valen su peso en oro y, por otra parte, por la gran labor de digitalización de toda la prensa escrita, llevada a cabo por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y vertidas en el Proyecto “Jable” a disposición gratuita y online para todo el público en general.
Esto nos ha permitido indagar en la vida de Jeremías Umpiérrez, joven inquieto y con ganas de mejorar, que un buen día decidió abandonar el ambiente rural y deprimido de la posguerra de su Tinajo natal y emigrar a Gran Canaria con la única compañía de lo puesto, pero con la ilusión que lleva cualquier emigrante que huye del hambre y de la necesidad.
No podemos afirmar, con los datos obtenidos, que Jeremías ya saliera de Lanzarote hacia su nuevo destino capitalino con la idea de triunfar con su peculiar rasgueo del timple, aprendido en el bregar de las parrandas familiares y de amigos. Hasta donde podemos confirmar se dedicó a la venta ambulante de telas (1).
Pero… ¿Cuál era el panorama que rodeaba al timple en esa época?
Para responder a ello, extraemos las palabras de Néstor Álamo, escritor, periodista y compositor canario, publicadas en el periódico Falange en el año 1946 (2).
Todos sabemos que el timple es un ukelele con cierta cuerda más y bastante suerte menos que el hawaiano instrumento. El plus de la cuerda aumenta sus posibilidades melódicas en un veinte y cinco por ciento sobre aquel su universal hermano. Pero el timple no ha sido estudiado. Casi, casi, podría decirse que se le desconoce. Nadie ha intentado escudriñar en el mundo probable de sus posibilidades. A los niños juerguistas y a los furrunguiadores de barrio les basta y sobra con dos o tres posturas para salir del paso; es decir, unos cuantos atropellados acordes, sin armonía ni emoción alguna que coadyuven al logro de un climax en el rebotallo…
Existe una literatura sobre pedagogía ukelélica; no vemos por qué no puede contar el timple con otra parecida. Hemos hablado de ello con algunos músicos profesionales; es decir, profesores. Pero según su opinión, no encuentran posibilidades en tal investigación. El timple dicen—es instrumento pobre, rudimentario, sin más fin que servir de festón o ribete a los convidos donde el sancocho y el caldo de pescado son señores. Intentar algo respecto a él sería perder, el tiempo. ¡Y está tan cara la Vida!
Salvo raras excepciones, quienes han reaccionado así son gentes de afuera, gentes para quienes el timple no es más que un instrumento chillón y desalmado.
La llegada de Jeremías al ambiente musical de Las Palmas, que consideraba al timple sólo como parte integrante de las rondallas y grupos, y su apuesta novedosa en la forma de interpretar a dúo de timple y guitarra solamente, se ve reflejado por el propio Néstor Álamo en sendos artículos de opinión publicados en el mismo periódico antes citado.
Pero en cierta ocasión, un canario de solera recogió el guante de nuestras iniciales, remotas sugestiones timpleras y se engolfó por entero en este estudio; en su localizar de valores. Y este canario—inútil nos parece decirlo— es Jeremías; Jeremías Umpiérrez. Jeremías, al igual que hace el biólogo con sus cultivos, no ha cejado en su empeño de abrir rutas ignoradas a la afición. Su premio —premio espléndido— ha sido el hallazgo de nuevas formas de afinaciones de perspectivas inéditas en la técnica timplista; modulaciones, acompañamientos hasta ahora insospechados. Anchas fajas de terreno virgen dentro de la angosta y admitida forma de manejar el isleñisimo cameyiyo.
Ya aquí podemos vislumbrar algunos detalles que fueron cruciales para el futuro del instrumento como la petición de una cátedra de timple.
Jeremías es hoy el mejor floriador local de timple. Hace tiempo tratábamos con él de estos asuntos. Le exponíamos nuestro punto de vista respecto a las posibilidades que se podían extraer del timple con un conocimiento metódico de su técnica de fabricación y modo de pulsarlo.
Jeremías Umpiérrez; usted, sin pretenderlo, ha situado en esa su recién publicada conversación sobre el timple canario uno de los sillares más seguros del edificio de nuestras “leales y nobles diferencias”
No tema usted; está bien asentado. Nadie se atreverá a tocarlo y el pueblo lo siente y sabe suyo. Ahora bien; así como coadyuvé en fijar en usted la preocupación por el conocimiento de la psicología, leyenda y posibilidades timpleras quiero colabore en esa solicitud que es preciso elevar a la venerable Sociedad Filarmónica solicitando la creación de una cátedra de enseñanza de timple.”
También podemos observar los primeros pasos de un incipiente método de timple así como la utilización de diferentes tamaños de timples para conseguir diferentes voces.

Y puede que no ande lejano el día en que por entre las manos de los aficionados de peso discurra ese ansiado, pertinente y necesarísimo “Método de timple”.
Ahora Jeremías organiza algo que aún no sabemos qué será. Algo parecido a un ciclo de conferencias; lecciones en que, sobre el terreno, timple en mano, vaya explicando a la gente nueva y a quienes sin serlo sienten eso que el timple representa, el producto de sus investigaciones; las deficiencias en la actual técnica del instrumento y hasta la forma en que pudieran obtenerse, dentro de la propia familia instrumental, cinco unidades de voces distintas y que él ya califica de timplón, segundo, timple ligero y timplillo.”
Pero Jeremías no sólo encandiló a la sociedad Gran Canaria, también lo hizo con la filóloga, ensayista y escritora tinerfeña María Rosa Alonso (3), que escribió de él estas hermosas palabras:
El alma de mi tierra se trenzó en las cuerdas del timple embrujado de Jeremías y aquellas rejas prendieron, en los nerviosos barrotes, una enrredadera sutil que trenzaban los dedos nerviosos del tocador. ¿Qué me sobrecogió aquella noche encantada de septiembre, frontera a una mar sosegada? Lo que tocaba Jeremías era una isa que para mi no lo era; eran unas folias que no me lo parecían. Después tocó… no sé lo qué fué pero, Jeremías me aseguró que lo cantaban en Lanzarote.
Mi visión de esta isla natal de Jeremías Umpiérrez, que no se ha casado para vivir libre como los pájaros, según frase suya, es una visión poética; es decir, imaginada porque no he tenido la fortuna de verla. Yo la pienso seca y sedienta, un poco achatada por la continuada pesadumbre solar. Lo que Jeremías cantaba tenía un melancólico borbolleo de mar y desierto, de agua salada y tierra llana, de una inmensa e inflnita superficie sin horizonte. Era un canto que jamás he olvidado porque su melancolía no era recortada sino extensa.
Un canto de tierras que ven nacer el sol; y en aquella voz metálica de Jeremías, fue apenas levantaba un susurro, aprendí a oír la letanía de esta mitad oriental del Archipiélago. Entendí
con toda claridad la diferencia que hay entre el grupo occidental canario —de mayor humedad— y el oriental, de sequedad más acusada.
Las cuerdas del timple de Jeremías, un gran timple que es casi un Stradivarius conejero —nos hicieron pensar que estos isleños del grupo oriental cantan y tocan con un matiz distinto al nuestro, el de los isleños occidentales.
Cantan como si tuvieran el alma clavada en la mitad de una llanura —desierto o mar, acaso desierto y mar—, como si arrastraran una aridez milenaria oreada con los suaves cambiantes de sus semitonos. Una brisa musical de mar o desierto caldeaba en el cantar de Jeremías y en las cuerdas de su timple, y yo pensé que unas gentes que cantan así han de tener un alma un poco distinta a la de los que cantamos con menos amplitud de llanura sobre la que extender la voz y el suspiro.
Jeremías contó con el respeto de otros tocadores de su época. Así podemos ver una entrevista realizada por Guillermo Topham a Casimiro Camacho, el gran timplista majorero, con motivo de su visita a Arrecife de Lanzarote en mayo de 1954.
De pastor de cabras a profesor de timple ha llegado en corto tiempo, favorecido por sus grandes condiciones musicales, Casimiro Camacho, que acaba de actuar con celebrado éxito en el cine Atlántida de Arrecife de Lanzarote.
Según Casimiro Camacho el mejor timplista de las Canarias es Jeremías Umpiérrez y el mejor constructor de timples Simón Morales, de Teguise, sin olvidar a José Alemán, de Las Palmas.
En las postrimerías de su vida, y ya con sus facultades mermadas, su figura fue rescatada por otro gran timplista Gran Canario; Totoyo Millares en el libro de Manuel González Ortega (1) nos narra lo siguiente:
El tocador lanzaroteño, a proposito de las carencias que encuentra en el instrumento a la hora de su desarrollo técnico, fue posiblemente el primero que instigó a su constructor de cabecera, Juan Morales, para que incluyera hasta nueve trastes en un mástil que, hasta entonces, sólo incluía cinco. También según le cuenta a Totoyo, es quien propopone construir media tapa doble en la parte superior de la boca para dotar de mayor solidez a esa parte del timple, que es la que se ve obligada a resistir mayor desgaste a propósito del ejercicio continuo de la mano que rasguea sobre su superficie.
El timplista conejero llega a desarrollar un esquemático método de aprendizaje de su singular forma de rasguear y para ello­ -sin duda una innovadora idea en aquellos años- hace fotografiar su mano derecha en las distintas posiciones con la que deben ejecutarse los movimientos de la mano derecha del timple.
1947 Método de Timple
El timplista conejero, que fue precursor de muchas cosas en el mundo del timple, falleció en 1991 y nos gustaría despedirnos de este trabajo con unas palabras escritas por Nestor Alamo (2) en 1946 que sirven como colofón a la vida de este ilustre amante de las cinco cuerdas.
De haber logrado eso que él nos dice, el nombre de Jeremías Umpiérrez será algo vivo para siempre, lleno de la alegría de su propia tierra a través del tiempo; y cuando de muchas personalidades de papel y almidón no quede ni el polvo sobre esta tierra nuestra de la Gran Canaria, el nombre de Jeremías Umpiérrez será sí equivalente, respecto al timple canario, a lo que cerca de la española vihuela significa el del clérigo picaro y andariego, bohemio y artista que se llamó Vicente de Espinel.

JOSÉ DUQUE

NÉSTOR ÁLAMO

Crónica de la primera grabación de Timple y orquesta.
Screenshot_2016-02-19-14-22-20En el año 1951 Néstor Álamo concede una entrevista a la Falange en la que relata la vicisitudes de la grabación por primera vez juntos,el Timple y una formación orquestal.
Ante la negativa de el director (el maestro Cisneros), se produjo la situación anecdótica de no tener preparado un músico que tocara el instrumento.
Néstor Álamo, tuvo que demostrar su conocido genio para que finalmente se incluyera.
El elegido fue Leocadio Machado  (periodista canario de origen Tinerfeño) que, a instancias de Agustín Miranda y Pancho Guerra; ya que los tres eran asiduos a una tertulia de isleños transterrados en Madrid,y en la que también participaba María Mérida, que terminaría por ser el germen del Hogar Canario en la capital.
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Leocadio Machado se  traslada a Madrid a vivir con veinte años, allí desarrollaría su carrera profesional llegando a ser director de programación de RNE y también escritor de temática vitivinícola.
Era un músico aficionado, tocaba el piano y era amante del folklore canario.
Falleció en 2009 a los 86 años.
La publicación del disco no se llevó a cabo hasta el año 1953, aunque su  grabación se realizó con anterioridad. ( entre el año 50-51)
…….. Ud. es un gran defensor del «timple», ¿no es eso?
En estos discos grabados ahora, se introduce por vez primera el «timple» (el estupendo «timple» canario) en una gran orquesta. Recayó para mi el honor de haber logrado este triunfo. Para mi, para Agustín Miranda Junco y para Pancho Guerra.
– ¿Y eso?
He sido siempre un defensor feroz del «timple»; no de agora sino desde hace veinte y tantos años. Conociendo el auge que en Norteamérica tenía el «banjo» y el «ukelele» no me cabía en la cabeza que aquí perdiéramos la oportunidad del «timple», que es absolutamente nuestro, aunque su forma sea similar al «ukelele», con una cuerda más.
– ¿Hizo Ud. algo en favor del «timple»?
Cuando oí a Jeremías Umpierrez, ese maestro del «cameyiyo», me produjo una impresión tremenda. Me convertí en una viga y media volví loco al pobre Jeremias acuciándolo para que redactara el primer método de «timple».. ¡ y él me hizo caso !
– ¿ Y lo llevo a cabo?
Muchos se rieron de él. El maestro Pich Santasusana, de quién pidió apoyo por estar viviendo del pais, incluso le hizo dos o tres «feos» al pobre Jeremías y este se aburrió. Pero a mi me siguió en la cabeza lo del «timple» en una orquesta. Así que en Madrid impuse al maestro-director que mis canciones o con «timple» o con nada.
– ¿ Y este que le dijo?
Al principio que si, pero luego salieron las pegas, que el «timple» era vulgar, que era estridente, que era poco armónico, pobre, ¡ que sé yo !… Es decir, yo si lo sabía, pero sabía también que nuestro instrumento, en la noche, tiene un sonido que se le clava a uno en la nuca y le prenda y lleva tras su rasgueo ni más ni menos que el imán se lleva a la aguja. Asi que me «plante».
– ¿ Las consecuencias?
Total, que el día de la grabación (domingo por mas señas) nos fuimos a la editora un grupo de canarios; con nosotros Agustin Miranda, que es más canario que yo, so es que esto es posible. Nevaba y hacía un frío del demonio. María Mérida llegó congestionada. Pancho Guerra, que me había alentado en mi lucha pro-«timple» me miraba con toda su desconfianza tirajanera. Pero yo no veía al «timple» ni al «timplista» por lado alguno.
Mis editores, que habian querido asistir también, me miraban extrañados. María Mérida iba poniendo paños calientes de un lado a otro y como en el futbol, (yo nunca he ido a él pero me lo imagino), se formaron dos bandos: de un lado los «timplistas», y del otro lado músicos profesionales, enemigos declarados del «intrusismo» instrumental …
– ¿ Qué equipo marcó el primer gol?
Vera Ud. se grabó «Rubio y Alto»  sin timple, en un arreglo bellísimo, a gran orquesta de cuerdas, del maestro Cisneros. El maestro dijo: «Bien, pues a seguir con las otras». («Ni hablar» -Interpuse-  yo dije que  las canciones irían con «timple» o no irían).
 El hombre «se subió a la parra» . Los músicos en Madríd cobran por horas y calidades y habla allí no sé cuántos primeros premios del Conservatorio Nacional. Yo no me quedé atrás y empecé a dar golpes con un bastón de puño de plata que me había costado tres duros en el Rastro…
– Hombre la escena me va gustando…
María Mérida creyó que sus paños calientes  iban a precisar del árnica. Pero en esto saltó el estupendo diplomático que lleva Agustín Miranda dentro y se comprometió  -con Pancho Guerra- a buscar un «timple»… con su correspondiente «timplista» claro… Y a rodar por Madrid, bajo la nieve, en busca del «tercer hombre»… y nosotros a esperarlos naturalmente.
– ¿Lo consiguieron?
Tras hora y media llegaron. El «timplista» era ese magnífico Leocadio Machado que para mi es un César González Ruano lagunero. A los dos minutos, Leocadio («timple» en mano)  era el dueño de la situación. Las canciones canarias que antes aparecían grises, sin nervio, dentro de la balumba orquestal, eran ahora alegres, pimpantes, llenas de color vital.
Todos (premios nacionales incluidos) lo reconocieron así, aunque yo creo que fué por espíritu de casta; a Leocadio, en aquellos días, le hablan dado la quinta parte del Premio Nacional del Teatro… Lo malo es que en la batalla perdimos una cuerda, porque los tinerfeños tocan el delicioso «cameyiyo» con solo cuatro y como Leocadio es de la otra banda…
– ¿En resumen?
Que bromas aparte, creo que el esas canciones gustan, se le debe en primer lugar a María Mérida, que las hace estupendamente —aunque yo no olvido la inimitable creación que de «Isla mía» hace Milagros Argüello) al «timple» y a Leocadio Machado, que al no sabe música tiene, como hace poco ha dicho María Rosa Alonso, muchos muchísimos bemoles….



Sombra del Nublo
Riscales los de Tejeda,
Cadenas de mis montañas
Montañas las de mi tierra x2
Besos de mujer canaria
Queso tierno y recental,
Vino caliente de abajo
El gofio moreno oliendo.
¡Qué más puedo desear!
El agua por el barranco
Y mi amor en el telar x2
Sombra del Nublo
Altar de mi tierra amada,
Hay nieve y sol en la cumbre
Cumbre de mi Gran Canaria
Cumbre de mi Gran Canaria
Sombra del Nublo
Altar de mi tierra amada,
Hay nieve y sol en la cumbre
Cumbre de mi Gran Canaria
Cumbre de mi Gran Canaria
Roque Nublo, Roque Nublo
Lírica piedra lunar,
Si a tu sombra yo he nacido
Quiero vivir a tu sombra
Y a tu sombra quiero amar.
El alma eres de mi tierra
Fuego y lava junto al mar.
EL ALMA ERES DE MI TIERRA
FUEGO Y LAVA JUNTO AL MAR.

jueves, 21 de mayo de 2020

LENGUAJE MUSICAL



Los sonidos musicales deben tener una duración precisa en el tiempo; sino fuera así, no sería posible la música. Los silencios son las pausas sonoras de los sonidos musicales.
Las figuras de valor son siete, y de mayor a menos son:


    Cada silencio corresponde en duración al valor de una determinada figura de valor; por lo que podemos decir que hay parejas equivalentes en duración entre figuras y silencios.

    ACTIVIDADES:

    1. Ejercicio: Relaciona con flechitas o uniendo la figura y su silencio correspondiente con su nombre:


    Fórmula de compás

    En la lección destinada al compás se ha dicho que éste se divide en una serie de porciones iguales que se llaman tiempos. Para saber en cuantos tiempos, y la duración de cada uno, se divide el compas tenemos un símbolo llamada fórmula de compas.
    Se trata concretamente de una fracción a continuación de la clave en cuyo numerador se indica el número de tiempos, y en el denominador la figura de valor que hace de unidad para medir la duración de dichos tiempos.





    ACTIVIDADES:

    1.Ejercicio: Completa los compases que le faltan las notas o tacha si sobran alguna. 1 pentagrama 2/4, 2 pentagrama 3/4 y 3 pentagrama 4/4.

    Resultado de imagen de ejercicos de compas musicales

    RECORDATORIO:

     La fórmula de compás nos indica el número de tiempos y su duración. 
    • La figura de valor que equivale en duración a un tiempo se llama unidad de tiempo
    • La figura de valor que, en duración, coincide con un compás se llama unidad de compás
    Lo más corriente es que sea la negra la unidad de tiempo, ya que se usa mucho el 4 como denominador en la fórmula de compás. Cuanto más usemos figuras, como unidad de tiempo, cercanas a la redonda, menos figuras de corta duración podremos usar.